Raro se nos hace ver algún viejo ordenador. Pensamos que ese montón de chatarra probablemente ni pueda ya encenderse y, en el caso de que así sea, un triste Windows95 no nos resultará demasiado útil, aunque sí algo cómico. Pero vamos a centrarnos en la simple apariencia física externa del pc. La mayoría de ranuras ni nos suenan, ni podríamos imaginarnos qué enchufar en cada puerto. No tenemos dónde enchufar nuestro cable HDMI y qué decir de nuestra MicroSD del teléfono móvil. Pero, por el contrario, nuestro viejo ordenador nos ofrecía un algunas cosas que hoy en día son inimaginables. ¿Qué me decís de eso de tener dos disqueteras, una para CD's y otra para DVD's? ¿Y para qué servía aquella ranura alargada sobre la disquetera?
En esto nos centramos. ¿Qué demonios eran aquellas cosas cuadradas llamadas disquetes? ¿Para qué servían? Pues que mejor definición que hablar de su sucesor, el USB. Los disquetes pueden considerarse predecesores de los USB's como unidad de almacenamiento externo de información. Fácilmente almacenables y con gran movilidad debido a su escaso peso y tamaño, los disquetes fueron un elemento indispensable en nuestros ordenadores en la década de los 90. Desde un documento de texto hasta un montón de canciones que podíamos pasar a nuestros amigos con un simple disquete. Y qué hablar de los usos empresariales, con montones de disquetes conteniendo la información de las cuentas de la empresa.
Pero como todo, o casi todo, en el mundo de la tecnología ha tenido una utilidad muy limitada en el tiempo. Rápidamente ha sido desplazado por el USB debido a su mayor utilidad, capacidad de almacenamiento y fiabilidad. El disquete está en práctico desuso desde comienzos de los 2000 y ni siquiera se comercializa ya. Está completamente obsoleto y condenado a la total desaparición por la llegada del USB.
Ya no podremos volver a hacer esas grandes construcciones con los disquetes de trabajo de nuestros padres. Los USB's no nos dan esas posibilidades. Nos vamos haciendo mayores...